Capítulo 130
—Cuando me abrazas y ves mi cara de éxtasis, ¿te sientes muy orgulloso, verdad? Debes estar pensando que no valgo nada, que fue fácil engañarme y tenerme a tu lado.

—Mario, es verdad que te quise, ¡pero eso se acabó!

Ana hablaba cada vez más distraída, su corazón dolido.

Mario estaba exhausto, no era un hombre de buen temperamento y, aunque intentaba consolar a Ana con dulzura, ella no le perdonaba.

Así que, frotándose los ojos, le preguntó: —¿Qué quieres hacer entonces? ¿Seguir viviendo conmigo o divorciarte? Ana, no olvides que tu hermano aún necesita la ayuda de Alberto en su caso. ¿Puedes realmente dejar todo esto atrás?

Ana yacía con la cabeza en la almohada, en silencio por un largo rato.

Mario tenía una idea de lo que ella estaba pensando. Quería divorciarse, quería alejarse de él, incluso quería no tener nada que ver con él nunca más.

Si incluso había quemado su diario, ¿qué sentimientos podría tener todavía hacia él?

Pero ella tenía una debilidad: Luis.

Al ver que no respo
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