Capítulo 67

Los gemidos se unen al chasquido que sus partes unidas provocan, con cada empuje que viene de las caderas de él.

—Ah... —gime Katrina, enloquecida con las embestidas deliciosas que le provocan un placer desconcertante.

—¡Toma todo de mí, mi loba! —Empuja con fuerza—. Soy tuyo. Llévate mi voluntad y aspira mi esencia, hasta que tu alma y la mía sean una.

—Vaya... —jadea, luego se relame los labios—. Hasta poeta me saliste.

Leoncio estalla en carcajadas.

—Para que veas que no solo soy una cara bonita.

—Eres tan fanfarrón...

—No solo hablo, mi loba; como puedes apreciar, yo también actúo. —Menea la cadera con sensualidad en forma de círculo; como respuesta, Katrina le entierra las uñas en los hombros.

—Por lo menos sabes resolver. —Ella sonríe, y de sus ojos azules desborda el fuego del deseo.

—Y tú eres toda una experta, mi loba.

—Dicen que la experiencia no se improvisa, cariño.

—Estoy de acuerdo. —Él la besa.

Sus lenguas se encuentran y se acarician con deseo, mientras que el cuerpo d
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