Julio lanzó una mirada rápida a Diego, que seguía con los ojos cerrados, antes de centrarse en la carretera por completo.
El aire acondicionado estaba demasiado frío para Marina. Con tan poca ropa, su piel empezó a erizarse de repente.
Se frotó un poco los brazos y, al notar que su top se deslizaba con gran fuerza, lo ajustó discretamente.
A veces, tener un buen cuerpo era más que una simple molestia.
—Está muy frío aquí —murmuró con un tono de voz grave y muy ronca, como recién despertada.
Julio, alzando una ceja, bajó la intensidad del aire a pesar de que tanto él como Diego sentían demasiado calor.
Miró a Diego a través del retrovisor, pero no pudo leer en ese momento su expresión.
Marina giró por completo la cabeza hacia el hombre que se encontraba a su lado, encontrándose con una mirada penetrante que recorría toda su cuerpo de arriba abajo sin disimulo. Involuntariamente, Marina cruzó las piernas por un instante.
Diego echó un último vistazo a su atuendo provocador y de nuevo vol