—Ese collar está bien bonito, pero ¿por qué estás entonces tan molesta? —Simón miraba a Regina sin entender nada de lo que pasaba por su cabeza.Regina se rio sarcástica y, con los ojos casi que, lanzándole rayos, le disparó una mirada fulminante a su esposo.—El collar está bonito, sí... pero ¿cómo va a comprar algo tan caro Yulia, con su familia de clase media? ¿Sabes cuánto cuesta esto? ¡Cuesta una fortuna! —dijo, furiosa.Simón, completamente perdido, le preguntó:—¿Entonces qué es lo que quieres decir con eso?Regina lo miró como si estuviera completamente fuera de lugar.—¿Pues qué quiero decir? ¡Que mi hijo compró eso para ella!Finalmente, Simón entendió el fondo del problema y asintió, aunque aún no lograba comprender todo el enojo de Regina.—Pero, no importa quién lo haya comprado, al final el regalo es para ti. Tómalo como un gesto de cariño de los dos.Pero eso no calmó a Regina. Estaba aún más furiosa.—¿Cariño? ¡Eso no tiene nada que ver con cariño! ¡Esa mujer es superfi
Justo cuando Yulia iba a abrir la puerta, Marina ya había puesto su cubrebocas. Aún estaban en la fase de “evaluación” con Baltasar, y no podían arriesgarse a que los reconociera. Marina había asistido a algunos eventos de la empresa en el pasado, y no podían saber si alguna foto de esos momentos habría llegado a los Mendoza.Diego, por otro lado, no se aparecía en público desde hace años, así que él no tenía de qué preocuparse.—Papá, mamá, este es Baltasar, y ellos son sus padres —dijo Yulia, haciendo las respectivas presentaciones.Marina sonrió y se levantó, pero con voz algo ronca les dijo:—Por favor, tomen asiento.Los Mendoza pensaron que quizás estaba enferma, de ahí el cubrebocas.Baltasar, un poco nervioso, también se presentó:—Mucho gusto, soy Baltasar, el novio de Yuli.Marina volvió a sonreír y les indicó que se sentaran. Mientras tanto, Regina, con su mirada analítica, ya había evaluado tanto a los padres de Yuli como la casa. Los padres parecían de buena presencia. Su
Justo después de que Diego dijera que no estaba de acuerdo con que Yulia se casara, ella, en tono tranquilo, le respondió:—Papá, Baltasar me mandó un mensaje. Dijo que quiere mudarse a nuestra casa y apoyarme tanto en mi vida, como en mi carrera.Diego suspiro y no dijo nada más. No quería ser como su papá Armando, que, por seguir sus propios gustos, había hecho infelices a sus hijos.—Yulia, tú decides lo que quieras.—Muchísimas gracias, papá. ¿Y mamá, qué opina? —preguntó Yulia, abrazándose al brazo de Marina.Marina, sin pensarlo, respondió:—Después de todo es nuestra casa, tu papá es el que manda.Yulia se tapó la boca con una sonrisa pícara, sabiendo bien que quien llevaba la batuta en casa era su mamá.—Mamá, tranquila. Si Baltasar no logra convencer a Regina, no me casaré con él....Mientras tanto, Baltasar seguía en el auto estacionado frente al edificio en Barrio San Martín, mirando a Regina, quien estaba en el asiento trasero, visiblemente molesta.Después de enviar el me
En ese momento, Yulia estaba comiendo tranquila en el restaurante del Grupo Financiero Yulia cuando vio la llamada de Baltasar. Sin pensarlo ni un segundo, la rechazó.No podía perdonarlo tan fácilmente, no después de todo lo que había pasado.Baltasar, al ver que la llamada fue cortada, suspiro, pero al instante sonrió.Sabía que Yulia debía estar furiosa, y aunque le dolía, también comprendía pues que se lo había ganado.No le quedaba más opción que intentar arreglar las cosas.Con el corazón acelerado, escribió un mensaje con la vana esperanza de calmarla.[Yuli, yo se muy bien que cometí un error, ¿me perdonas?]Pero, como era de esperar, el mensaje fue al vacío, sin respuesta alguna.Cuando terminó su jornada laboral, Baltasar salió puntualmente y se dirigió al Grupo Yulia, decidido a hablar con ella, aunque no sabía si lo que iba a encontrar iba a ser una bienvenida o un rechazo absoluto.Cuando Yulia salió de la oficina, lo vio al instante. Él estaba allí, de pie, esperándola.E
—¡Amigos, ya llegué! ¡Y les traigo una nueva integrante, denle un aplauso!Ismael, siempre tan bromista, apenas Yulia entró al salón, los aplausos comenzaron al instante, y hasta se oyeron algunos voladores.Pero cuando todos vieron a Yulia, los aplausos empezaron a apagarse poco a poco. Se miraban entre ellos, tratando de entender quién era esa mujer que nadie había visto antes.Alguien, curioso, preguntó:—¿Ismael, y ella quién es? ¿De dónde fue que salió?Ismael, con una sonrisa relajada, respondió:—Es mi mejor amiga, Yulia Díaz, acaba de regresar de fuera. No la conocen, pero no se preocupen. Yulia, ven, vamos a sentarnos.La presentación fue tan simple que nadie realmente entendió quién era la hija de...Justo en ese momento, una voz desafiante y afilada se escuchó:—¿Cómo dijiste que se llama?Yulia se giró, y al instante vio a Lidia, vestida con un vestido rojo.Ismael, al notar la presencia de Lidia, se le oscureció el rostro.—¡A mierda! ¿Quién invitó a esta?Lidia se levantó
Cuando Lidia hizo su invitación repentina, Tulio se quedó en silencio unos segundos. Luego se rio un poco y dijo:—Señorita, mañana yo trabajo. Si me está usted invitando a tomar algo, ¿es por algo importante?Desde el celular, se escuchó la risa de Lidia, suave y con un toque coqueto:—Ay por Dios, no seas tan desconfiado, señor Tulio. Soy Lidia. Solo... quiero hablar un rato sobre Baltasar. Tomarnos algo y relajarnos un poco. ¿Le parece?Tulio enseguida entendió: otra mujer más que quiere saber sobre Baltasar.—Señorita Lidia, Baltasar ya tiene novia. Creo que está usted perdiendo el tiempo.Lidia soltó una risita suave, casi susurrante, y su tono se suavizó aún más:—Solo quiero saber qué hay entre ellos, para poder olvidarlo de una vez. Señor Tulio, por favor, no le digas a nadie que le busqué. Déjame un poco de dignidad. Estaré en el Bar Tropical, esperándole si se anima a darse una pasada.Cortó la llamada.—¿Hola...? —Tulio miró el celular, ya apagado. Pensó en ignorarlo, iba a
—¿Me acompañas a tomar algo? —Lidia sabía cómo ser desafiante y altiva, pero cuando quería, podía mostrar una expresión de vulnerabilidad que hacía que cualquier hombre se derritiera a sus pies.Y Tulio por su parte por supuesto no era tampoco ajeno a los encantos femeninos.Se sentó de nuevo, suspiró con resignación y dijo:—Está bien, tú bebe, yo sólo te miraré.Lidia sonrió levemente, dio un sorbo a su copa y luego le preguntó:—Señor Tulio, ¿dónde trabajas?Claro que ya lo sabía, ella se había asegurado de investigar un poco sobre él.—Trabajo en el Grupo Financiero Yulia, señorita Lidia, ¿y tú?—Yo por mi parte soy diseñadora de ropa.Lidia siguió bebiendo, entrecerrando los ojos mientras pensaba en el hecho de que Tulio trabajaba en el mismo grupo que Yulia. Y encima, se conocían.Este hombre podría ser útil. Dejó la copa sobre la mesa, apoyó la mano en su mentón y lo miró detenidamente.Tulio, a pesar de todo, no estaba nada mal. No era difícil verlo atractivo.Con una sonrisa e
Daniela y Lidia estaban de mal humor por el hecho de que Yulia seguía viva. Mientras tanto, Yulia volvió a casa después de salir del club, ya pasadas las once de la noche.Al entrar, vio a sus padres sentados en la sala, rodeados de una atmósfera tranquila y acogedora. Yulia siempre había adorado esa paz que reinaba en su hogar.—Papá, mamá, ya llegué —dijo Yulia mientras se dejaba caer en el sofá. Luego, les contó lo que había pasado con Lidia—. Mamá, hoy me encontré con Lidia en el club.Les explicó lo sucedido, y con una ligera sonrisa añadió:—Al parecer tiene algo personal conmigo.Marina y Diego se miraron, sorprendidos. No lograban entender de dónde venía esa animosidad tan repentina.Decidieron dejar el tema para más tarde; hablarían entre ellos esa noche.—¿Quieres que te ayude con eso? —Diego, aunque pensaba que lo mejor era que Yulia manejara sola ciertas situaciones, comenzó a considerar que tal vez debía intervenir. Si Lidia realmente sentía odio hacia su hija, mejor sería