Desde que Iker nació, Diego ha sido el que se ha encargado de todo lo correspondiente a él: cuidarlo, atenderlo, y asegurarse de que crezca feliz y saludable.
Marina levantó la mirada hacia la cama, donde Iker estaba susurrándole algo a Diego. Sonrió tiernamente al verlos juntos.
Yulia, obedeció con una sonrisa, también miró hacia la cama. Luego, abrió su computadora y comenzó a discutir con Marina sobre el plan de negocios que debía seguir.
Iker, de puntitas, se acercaba a su papá para contarle lo que había hecho en el día hoy.
—¡Papá, espera! Tengo algo importante para ti —dijo Iker, corriendo fuera de la habitación.
No pasó mucho tiempo antes de que regresara con un pequeño ramo de flores, completamente mal envuelto.
Con una gran sonrisa, Iker le entregó las flores a Diego.
—¡Papá, te traje flores! —dijo con toda su emoción.
Diego, al ver el ramo en sus manitos, estuvo a punto de levantarse de la cama, casi molesto. ¡Ese niño había destrozado las flores que había conseguido con tant