¡A Yulia no le gustaba nada que él tuviera tanto contacto con Daniela! ¿Por qué tiene que seguir siendo la novia comprensiva para entender su trabajo?
¡Papá tiene toda la razón! ¡Es él quien debería considerar mis sentimientos, no al revés!
Yulia contestó con firmeza.
—¡Papá, ya entendí lo que dices! Gracias, pero sé lo que tengo que hacer. ¡Te cuelgo!
Diego se quedó mirando el celular un momento, sintiendo una extraña preocupación: ¿Estaba realmente segura su hija de lo que iba a hacer?
Marina, que había escuchado atenta toda la conversación desde el balcón, entró justo después de que Yulia colgara.
Diego, al verla, le dio un golpecito en la pierna y le dijo:
—Siéntate aquí, Marina. ¿Escuchaste lo que le dije a Yulia? ¿Verdad?
—Sí, me parece que dijiste lo correcto —respondió Marina, sonriéndole mientras le acariciaba cariñosa la pierna.
Con los hijos fuera de casa, no había problema en que se mostraran cariñosos a plena luz del día.
...
Mientras tanto, Yulia llegó a la oficina del Gr