Al día siguiente, Daniela se despertó sintiéndose agotada. Se había acostado muy tarde anoche. Cuando se levantó, Augusto todavía estaba dormido. No quiso despertarlo, ni siquiera desayunó, simplemente salió directo a la oficina.Baltasar, que había llegado temprano, estaba entretenido enviándole mensajes a Yulia sobre lo que tenía que llevar para el viaje. Justo cuando terminó de escribir, escuchó el firme sonido de unos tacones. Al voltear, vio a Daniela acercándose.—Baltasar, prepárame un café, sin azúcar. Gracias —dijo Daniela, deteniéndose justo junto a su escritorio. Tenía un dolor de cabeza horrible y se sentía muy agotada. Solo en ese momento el café podía ayudarla a sentirse un poco mejor.—Claro —respondió Baltasar, sonriendo.En ese instante, el celular de Baltasar, que estaba sobre la mesa, mostró una foto con un corazón que Yulia le había enviado. Daniela la vio de reojo y esbozó una sonrisa suave.—¿Tú novia? —preguntó con voz baja.Baltasar confirmó y sonrió, esta vez c
Yulia se despertó a las nueve de la mañana y, justo en ese preciso momento, vio el mensaje de su novio. Apresurada mandó a su guardaespaldas para que fuera al Barrio San Martín a recoger el desayuno.Cuando bajaba las escaleras, aún medio dormida, vio en ese momento a su mamá persiguiendo a Iker con un látigo. Yulia de repente se detuvo en el escalón, sin atreverse a bajar más.Iker corría como un verdadero atleta, con su usual agilidad.—¡Mamá, perdón! ¡Te juro que no lo voy a hacer otra vez!Marina, aunque bastante molesta, mostró algo de cansancio en los ojos mientras sostenía el látigo.—¿No lo vas a hacer otra vez? ¡Hoy otra vez te comiste los dulces! ¡Mira que te están arruinando los dientes y sigues aún comiendo!—¡Buaaa, ya no lo hago más!—¡Sabes que hiciste mal! ¡Quédate quieto y no corras más!—¡Si no me pegas, me quedo quieto!Diego, que observaba curioso la escena desde un rincón, simplemente se quedó callado.Yulia, sorprendida por lo que veía, pensó por un momento: ¿De v
A las 10:30 de la mañana, la familia estaba lista para irse de viaje.Ni Diego ni Marina dejaron entrever que algo no estaba bien; todo parecía estar muy tranquilo y alegre frente a sus hijos. Aunque Yulia ya sospechaba algo, prefirió mejor en ese momento guardárselo para ella. Sacó su cámara y, sonriendo, les dijo:—¡Papá, mamá! ¡Les voy a tomar una foto! ¡Soy buenísima con la cámara!Diego y Marina se miraron, sonrieron y aceptaron dichosos.En el auto, la charla fue mínima. Diego le dio una palmada en el muslo y le indicó a Marina que se sentara. Yulia, al ver eso, no pudo evitar pensar lo unidos que parecían.Marina, frente a los niños, no se sentó sobre las piernas de Diego. En su lugar, levantó a Iker y lo acomodó en su lugar.Diego se quedó furioso:—Está bien que se quede de pie.Iker protestó:—¡Quiero que me cargue mamá!Marina ya estaba lista para posar para la foto, ajena por completo a la situación. Lo único que le importaba era que la foto saliera bien, y si podía verse h
Augusto miró a Daniela acercándose hacia él, y ella se enderezó de manera repentina, como si hubiera sentido su mirada. Él dejó ir a las dos mujeres que estaban que se encontraban a su lado y, señalando a las dos personas en la habitación, dijo con preocupación:—Vayan saliendo, tengo algo que hablar con mi esposa.Las personas no dudaron ni un solo segundo y se retiraron de inmediato.Cuando Daniela se dio la vuelta hacia Baltasar, le pidió tranquila:—Baltasar, espérame afuera.Baltasar sorprendido salió apresurado, cerrando la puerta con delicadeza.Augusto se levantó, caminó hasta Daniela y, con un tono de voz amable y cargado de ternura, le dijo:—Daniela, la próxima vez que necesites algo tan tarde, llámame. No importa la hora, iré directo a casa.La amabilidad de Augusto en ese momento hizo que Daniela no supiera cómo responderle. Ella no podía distinguir si era verdadero o si estaba fingiendo.Lo miró con una preocupación repentina y, sin darle más vueltas a ese asunto, le preg
La enfermera se quedó un poco desconcertada ante la petición de Ismael, pero no tuvo más opción que ir a buscar las vendas para ayudarlo a vendarse la mano.después de varias vueltas de gasa, la mano de Ismael lucía grave y seriamente comprometida.Ismael miró su mano vendada con mucha satisfacción. Se sentía un genio por haber tenido esa idea.Se tomó una selfie de su mano vendada y se la mandó a Yulia con un mensaje preocupante: [Yulia, ese maldito de Augusto me golpeó, ¡snif, snif!]Ismael sabía que Yulia seguía viva porque, hace unos años, cuando él estaba solo en el extranjero, le robaron todas sus pertenencias. Por fortuna, fue Yulia quien lo ayudó en ese momento.Nunca le contó a nadie lo que pasó, siempre mantuvo ese secreto.Yulia vio la foto y, algo confundida, le escribió: [¿Por qué terminaron peleando?]Ismael respondió sin pensarlo demasiado: [Pues nada, los hombres somos algo impulsivos.]Alrededor de las diez de la mañana, Daniela acompañó a Augusto al hospital.Cuando
Ismael le marcó a Yulia para contarle lo que Augusto había dicho.—¿La amante?Yulia escuchó lo que Ismael le contó y levantó la mirada hacia sus padres, que estaban sentados debajo de una sombrilla, no muy lejos de ella.Sonrió. Su papá ni de broma sería un don Juan, y su mamá no sería de esas mujeres que se meten en los matrimonios ajenos.Lo que Augusto había dicho, simplemente le pareció algo desagradable.Yulia le agradeció a Ismael por el celular:—Muchas gracias por defenderme.Ismael respondió relajado:—No tienes que agradecerme, Yulia.Mientras tanto, bajo la sombrilla, Marina le pasó a Diego una botella de bloqueador solar.—¿Me ayudas a ponérmelo en la espalda? Me quemé un poco.Diego aceptó la botella encantado y se dispuso asi a ayudarla.Hoy, habían planeado pasar el día en la playa, y mañana irían a pescar.El pequeño Iker estaba feliz, se puso su traje de baño y, con sus piernitas cortas, corrió al agua con los guardaespaldas.Yulia, por su parte, estaba en la arena, h
—Tú y Ismael sí que tienen una conexión extraña, ¿no? —dijo Marina, sonriendo—. Quién diría que se conocieron en el jardín de infantil y ahora se vuelven a encontrar ya de grandes.Yulia sorprendida, sonriendo dijo:.—Sí, al parecer que tenemos un destino en común, ¿no?Marina dio un bocado a su helado y luego le contó a Yulia sobre lo de Augusto y Lidia.—Los gemelos son hijos de tu tía y Héctor.Yulia dejó de comer su helado de inmediato.—¿Pero su madre no se llama Leticia? ¿Cómo es que son hijos de mi tía?Pensó en el escándalo que podría ser si eso llegara a saberse. La familia Herrera jamás permitiría que algo así se hiciera público.Marina, con una sonrisa tranquila, la interrumpió.—El helado se te va a derretir.Yulia, algo apresurada, terminó de comer el helado y esperó a que Marina siguiera.Marina continuó.—Leticia siempre estuvo enamorada de tu papá. A veces, cuando alguien está enamorado, hace algunas cosas extraordinarias. Los gemelos nacieron de Leticia, pero sus padr
Justo cuando Lidia estaba a punto de lanzarse directo hacia Baltasar, él reaccionó rápido y se apartó de un salto repentino.Lidia lo miró con desprecio y lamento.—No bloquees el camino. La próxima vez, sé por favor más inteligente.Baltasar suspiró, resignado. Este trabajo no era tan fácil como parecía, definitivamente. Había intentado detenerla, pero si ella iba a seguir su camino, ya no era problema suyo.Lidia empujó la puerta de la oficina y entró sin dar más vueltas.Su entrada interrumpió la conversación entre Daniela y el gerente general del Grupo Uriarte, que estaba allí para hablar sobre una posible colaboración entre las partes.Daniela reaccionó de inmediato y, con un tono de voz suave, preguntó:—Lidia, ¿es algo urgente?Al ver que había un cliente presente, Lidia se calmó un poco.De inmediato, dejó de mostrar su enojo y, con una sonrisa algo fingida, dijo:—No sabía que tenías visitas. Perdón por interrumpir, iré al salón de descanso a esperar.Lidia había llegado tan r