Daniela miró de reojo la hora y decidió cambiar de tema con Lidia.—Mejor empecemos con el maquillaje. ¿No te parece?—Está bien —aceptó Lidia, mirando a Baltasar—. ¿Y él quién es?Daniela sonrió con suavidad y le explicó.—Es mi nuevo asistente personal, se llama Baltasar.Como ya no tenía nada que hacer allí, Baltasar decidió salir de la oficina. Regresó a su escritorio y se puso a trabajar en lo quedó pendiente.Cuando llegó la hora de salir, ya había terminado todo, así que decidió llamarla. Daniela estaba en pleno proceso de maquillaje y no podía interrumpirla, así que optó mejor por llamarla por el celular.Cuando contestó, su voz sonó fuerte al otro lado.—Baltasar, ¿qué pasa?Baltasar, con tono muy respetuoso, respondió.—Presidenta, si no hay nada más que hacer, me retiro.Daniela, con dulzura, dijo:—Baltasar, esta noche acompáñame a la fiesta de la familia Cabello, ¿te parece?No era una pregunta, sino era una afirmación. Acababa de recibir un mensaje de su esposo, Augusto,
Cuando Marina escuchó a Yulia mencionar la fiesta de los Cabello, enseguida pensó que era el cumpleaños de Luna.Diego salió también del comedor y oyó lo que Yulia había dicho sobre no haber tenido suerte en su cita. Con tono bastante tranquilo, le sugirió:—Yulia, ¿por qué no cambias de novio y buscas a alguien que no sea asistente?Yulia, al escuchar decir a su papá, puso una cara de total incomodidad.—Papá, no se cambia de novio, así como así. Además, en poco tiempo voy a ser la asistente de Fernando, ¿y él también entonces me va a cambiar por otra?Marina le lanzó una significativa mirada a Diego, medio molesta.—Deja de decir tonterías.Mientras tanto, en el comedor, Iker, que estaba comiendo juicioso, decidió juguetón esconder las verduras que tanto odiaba, fingiendo que ya se las había comido.Sonrió feliz por haber hecho trampa.Iker quería salir a hablar también con su hermana, pero como estaba sentado en su silla alta, no podía desabrocharse el cinturón de seguridad sin el p
Matías quedó completamente atónito, mirando sorprendido a Luna, mientras Martina casi gritaba de la emoción.Sorprendidos los invitados en el salón miraban a Matías con envidia, mientras que otros pensaban en la verdadera persona al mando del Grupo Yulia: Marina.Marina era la hija biológica de Eduardo y Luna, pero al final, el Grupo Cabello no tenía nada que ver con ella.Luna observó por unos momentos a Matías, que seguía ahí con una expresión de sorpresa. No veía alegría en su rostro y se sintió satisfecha con su decisión.Su salud siempre había sido bastante débil, y durante todos esos años, fue Matías y Martina quienes se preocuparon demasiado por ella y la cuidaron con esmero.En cuanto a su hija biológica, Marina, Luna ya la daba por muerta.Luna miró a Leopoldo, sonriendo con ternura.—Y hoy, además de eso, tengo otra maravillosa sorpresa. Le regalaré el 5% de las acciones del Grupo Cabello a Leopoldo.Cuando Martina escuchó esto, estuvo a punto de desmayarse en ese instante de
Diego miró fijamente los dedos de Marina que tocaban traviesa su pierna.—¿De verdad hay premio? —preguntó en voz baja.—Sí, te lo juro —respondió Marina, sonriendo de forma bastante coqueta, y uno muy bueno.Diego levantó una ceja, algo intrigado.—No quisiste heredar el Grupo Cabello por tres razones. La primera: con la personalidad de Luna, si hubieras heredado las acciones, ella te habría estado insistiendo todo el tiempo para que le entregaras la administración a Matías. La segunda: los accionistas del Grupo Cabello no son como los del Grupo Zárate. No te dejarían hacer lo que quisieras con la empresa ni te darían tanto poder de decisión. Y la tercera: en ese momento no querías lidiar con Luna ni con el Grupo Cabello.Diego la miró con una sonrisa triunfante y la abrazó, sentándola sobre sus piernas.—En pocas palabras, lo que querías era evitarlo todo ¿verdad?Marina sonrió satisfecha, sabiendo muy bien que Diego tenía razón. A veces, era mejor no meterse en líos ajenos. Era como
Daniela bajó con tristeza la mirada, sintiendo que realmente su pensamiento no coincidía en absoluto con el de Vera. Ella pensaba que, tal vez, la famosa Marina ni siquiera se preocupaba en lo más mínimo por el Grupo Cabello. El Grupo Yulia ya estaba entre las 50 empresas más importantes del mundo.Vera dejó de sonreír y al instante cambió de tema.—Tienes que darle un hijo a Augusto. ¿Y él qué opina de eso?La pregunta hizo que Daniela se sintiera un poco incómoda. Sonrió con suavidad y le respondió:—Abuela, acabamos de casarnos. Augusto no quiere tener hijos en este momento somos tan jóvenes, y yo tengo que concentrarme en el Grupo Herrera, así que no tengo energía para eso.—Daniela, aunque estés ocupada, tienes que hacer un poco más de espacio para Augusto, ¿sí?Daniela forzó una sonrisa.—Sí, abuela, lo entiendo.Vera se despidió, algo satisfecha.—Está bien. Descansa, y si necesitas algo, me avisas.Cuando terminó la videollamada, Daniela se sintió confundida.Salió apresurada
Al día siguiente, Daniela se despertó sintiéndose agotada. Se había acostado muy tarde anoche. Cuando se levantó, Augusto todavía estaba dormido. No quiso despertarlo, ni siquiera desayunó, simplemente salió directo a la oficina.Baltasar, que había llegado temprano, estaba entretenido enviándole mensajes a Yulia sobre lo que tenía que llevar para el viaje. Justo cuando terminó de escribir, escuchó el firme sonido de unos tacones. Al voltear, vio a Daniela acercándose.—Baltasar, prepárame un café, sin azúcar. Gracias —dijo Daniela, deteniéndose justo junto a su escritorio. Tenía un dolor de cabeza horrible y se sentía muy agotada. Solo en ese momento el café podía ayudarla a sentirse un poco mejor.—Claro —respondió Baltasar, sonriendo.En ese instante, el celular de Baltasar, que estaba sobre la mesa, mostró una foto con un corazón que Yulia le había enviado. Daniela la vio de reojo y esbozó una sonrisa suave.—¿Tú novia? —preguntó con voz baja.Baltasar confirmó y sonrió, esta vez c
Yulia se despertó a las nueve de la mañana y, justo en ese preciso momento, vio el mensaje de su novio. Apresurada mandó a su guardaespaldas para que fuera al Barrio San Martín a recoger el desayuno.Cuando bajaba las escaleras, aún medio dormida, vio en ese momento a su mamá persiguiendo a Iker con un látigo. Yulia de repente se detuvo en el escalón, sin atreverse a bajar más.Iker corría como un verdadero atleta, con su usual agilidad.—¡Mamá, perdón! ¡Te juro que no lo voy a hacer otra vez!Marina, aunque bastante molesta, mostró algo de cansancio en los ojos mientras sostenía el látigo.—¿No lo vas a hacer otra vez? ¡Hoy otra vez te comiste los dulces! ¡Mira que te están arruinando los dientes y sigues aún comiendo!—¡Buaaa, ya no lo hago más!—¡Sabes que hiciste mal! ¡Quédate quieto y no corras más!—¡Si no me pegas, me quedo quieto!Diego, que observaba curioso la escena desde un rincón, simplemente se quedó callado.Yulia, sorprendida por lo que veía, pensó por un momento: ¿De v
A las 10:30 de la mañana, la familia estaba lista para irse de viaje.Ni Diego ni Marina dejaron entrever que algo no estaba bien; todo parecía estar muy tranquilo y alegre frente a sus hijos. Aunque Yulia ya sospechaba algo, prefirió mejor en ese momento guardárselo para ella. Sacó su cámara y, sonriendo, les dijo:—¡Papá, mamá! ¡Les voy a tomar una foto! ¡Soy buenísima con la cámara!Diego y Marina se miraron, sonrieron y aceptaron dichosos.En el auto, la charla fue mínima. Diego le dio una palmada en el muslo y le indicó a Marina que se sentara. Yulia, al ver eso, no pudo evitar pensar lo unidos que parecían.Marina, frente a los niños, no se sentó sobre las piernas de Diego. En su lugar, levantó a Iker y lo acomodó en su lugar.Diego se quedó furioso:—Está bien que se quede de pie.Iker protestó:—¡Quiero que me cargue mamá!Marina ya estaba lista para posar para la foto, ajena por completo a la situación. Lo único que le importaba era que la foto saliera bien, y si podía verse h