Ya estaba todo listo para la construcción de la escuela en la Aldea Robledo. El alcalde, contento, se despidió respetuoso de ellos. Marina y los demás regresaron a los Álamos.Para corregir su error, Rufino le marcó apresurado a Aarón:—Mucho gusto, soy Iván, ¿te acuerdas de mí? Estuve en la Aldea Robledo hace unos meses. Quería hablar contigo sobre el arrendamiento de las tierras, ¿tienes un ratito para charlar?Aarón, al escuchar su voz, se ajustó en la silla, apagó la televisión y respondió con respeto:—Sí señor, claro, tengo tiempo.Rufino, con un tono amistoso, le preguntó:—Escuché que te mudaste, ¿dónde vives ahora? Quisiera fijar un lugar para vernos.Aarón sonrió con agrado.—Sí, vivo en el Condominio La Flor del Valle.Rufino pensó al instante, qué casualidad:—¡No puede ser! Yo también vivo ahí, en el edificio seis. ¿Y tú?Aarón soltó una gran carcajada.—Jajaja, qué suerte tienes, yo vivo en el cinco.—¡Buenísimo! Si no te molesta, ¿qué opinas si paso a verte ahora mismo?
Rufino se levantó rápidamente y fue a abrir la puerta.Diego, tomándole la mano a Marina, entró en la casa, seguido por Renato y los demás. La puerta se cerró detrás de ellos.Marina caminaba con una mirada llena de ansiedad y absoluta esperanza.Iván ya había ido a abrir la puerta del cuarto y, al ver a un niño pequeño jugando con los audífonos puestos, pensó la situación que sería fácil de manejar.Rufino se dirigió directo hacia otra habitación. Diego empujó otra puerta.Cuando vio a la niña, atada de manos y pies y con la boca sellada con cinta adhesiva, no pudo evitar que las lágrimas empezaran a brotar una tras de otra.Marina, al verla, sintió que el corazón se le rompía en dos. Aunque su rostro estaba desfigurado por completo, aun así la reconoció.Las lágrimas comenzaron a correr por su rostro, y corrió apresurada hacia ella para desatarla.Diego, viendo lo temblorosa que estaba Marina, tomó su mano con seguridad y, con un tono de voz preocupante, le dijo:—Déjame hacerlo, yo
Quince años después, en el aeropuerto de Estelaria.Iker andaba entre la multitud. Con sus manitas regordetas, sostenía un pan y lo mordía con mucha emoción.La forma en que comía era realmente única: primero lo lamía un poquito, entrecerraba cuidadoso los ojos como si estuviera disfrutando de cada bocado, y luego, se lo metía a la boca de un solo trago.Iker tenía tan solo cuatro años. Era hijo de Marina, quien a sus 40 años lo tuvo después de una inolvidable noche de celebración por su aniversario de bodas. Después de haberse tomado un par de copas demás, terminó seduciendo a Diego, y esa noche nació una nueva vida.Diego miraba a su hijo extasiado mientras masticaba su pan y no pudo evitar sentir una leve incomodidad. ¿Cómo podía haber tenido un hijo tan tragón?Iker, era muy observador, levantó la cabecita y vio la mirada crítica de su papá. Sonrió mostrando sus pequeños y hermosos dientes, con migas de pan colgando de la boca.Miró a su papá, tan alto, pero aún con la capacidad su
Yulia escuchaba con una sonrisa feliz las discusiones entre su papá y su hermoso hermanito.Diego extendió caroñoso las manos para cargar a Iker, que ya estaba bastante pesado. No quería que su hija se cansara.—Papá, yo lo cargo no te preocupes—dijo Yulia con voz suave.Iker, con su aire tan presumido, miró de reojo a Diego como diciendo: ¡que sea mi hermana la que me cargue!—Hermana, puedo caminar solo —dijo Iker, preocupado porque Yulia estuviera cansada.—Yulia, mejor déjalo caminar, el niño necesita hacer ejercicio —respondió Diego.Yulia sabía muy bien que su papá la consentía muchísimo, así que, obediente, dejó que Iker caminara. Tomó su mano con una y con la otra rodeó el brazo de Diego.Juntos salieron del aeropuerto....Al otro lado del aeropuerto, en la zona de llegadas, un grito estruendoso resonó por toda la terminal. Desde la multitud, alguien gritó entusiasta:—¡Lidia, te amo!Lidia, una mujer alta con curvas perfectas, escuchó los fervorosos gritos de sus fans. Se qui
En la mesa, los cuatro estaban comiendo juntos.Diego y Marina ya se habían acostumbrado a comer solo comida vegetariana, así que seguían esa estricta dieta. Sin embargo, no obligaban a sus hijos a hacer lo mismo. Hoy, Marina había preparado algo especial para su amada hija.Yulia miró la mesa llena de platillos deliciosos y, muy emocionada, dijo:—¡Mamá, gracias! Qué trabajadora eres.—Cariño, cocinar para ti no es ningún esfuerzo, Yulia. Mira, te preparé el pescado que tanto te gusta —respondió Marina, sirviendo con agrado una pieza de pescado en el plato de Yulia.Yulia sonrió agradecida al ver todo el cariño reflejado en su plato y, feliz, aceptó la comida.—Mamá, come tú también, no tienes que estar siempre atendiéndome —le dijo, sirviéndole un poco de comida a su madre.Marina sonrió con dulzura.—Está bien.Por su parte, Diego comía tranquilo, sin prisa alguna.Mientras tanto, Iker miraba una y otra vez su plato con cara de tristeza, porque nadie le había puesto nada.Con la cuc
Diego, un poco triste, le dijo a Iker:—Iker, ¿sabías que tu mamá y yo solo comemos verduras en el almuerzo y la cena todos los días?Iker, ladeando un poco la cabeza, contestó:—Sí, pero en realidad las verduras no están tan buenas.¡No le gustaban para nada las verduras!Diego sonrió y le respondió:—No tenemos suficiente dinero para comprar carne, por eso solo comemos siempre verduras en todas las comidas.De repente, Iker lo entendió y su carita se entristeció un poco. ¡Ah, no tienen dinero!¿Verdad?—Papá, ¡yo voy a trabajar muy duro y ganar mucho dinero! —dijo Iker, decidido.—Buen niño —respondió Diego con una sonrisa satisfecho.Marina se quedó en completo silencio.Yulia, mirando al techo, pensó en lo costoso que debía ser el cristal de la lámpara.El tema se había desviado un poco.Yulia aclaró en ese momento su garganta y volvió al tema inicial de sus planes de trabajo:—Mamá, he decidido trabajar como asistente de Fernando, quiero aprender más sobre la empresa.—Está bien co
Por la noche, la casa estaba muy tranquila. Marina estaba acurrucada cariñosa en el regazo de Diego.—Yulia realmente ha crecido, ya tiene sus propias ideas y metas —dijo Marina suavemente, con una mezcla de orgullo y un cierto toque de preocupación en sus ojos.Diego acariciaba su cabello con ternura, su rostro reflejaba una total calma y comprensión.—¿Te preocupa que nuestra hija pase por problemas en el amor? —preguntó Diego, buscando por un momento calmarla.Marina se quedó pensativa y suspiró.—Decir que no me preocupa eso sería mentira. Y ese Baltasar... Necesitamos conocerlo bien antes de sacar nuestras propias conclusiones.Diego, entendiendo la preocupación de Marina, le respondió suavemente.—Yo también me preocupo demasiado, pero tenemos que confiar en ella. Ella es inteligente y fuerte, no dejaría que la lastimen.Marina recordó cuando, para sorprender a Yulia, se fue a la universidad en secreto. Fue entonces cuando escuchó a algunos compañeros de su hija burlándose de ell
Yulia le pidió en ese instante a su escolta que fuera a la casa del Barrio San Martín a recoger la comida que Baltasar había pedido para ella.Marina, al escuchar eso, no pudo evitar sonreír. Pensó: Baltasar, qué hombre tan detallista, hasta le manda comida a domicilio a Yulia.Pero Diego, por dentro, solo soltó un suspiro de total desaprobación.Cuando Yulia dio la orden de que le trajeran la comida, abrió de inmediato su laptop y giró la pantalla un poco hacia Marina.—Mamá, este es el itinerario que preparé para el viaje. ¿Qué te parece?Antes de empezar a trabajar en la oficina, Yulia quería asegurarse de pasar tiempo con sus padres. Marina observó el itinerario con mucha atención. Cuando vio que había incluido las idas a los hospitales, se sintió profundamente conmovida. Estaba preocupada por Diego, no quería que él se desmayara otra vez.Marina sonrió con agrado y lo aprobó.—Está perfecto, sigamos este plan. Incluso podríamos alquilar una autocaravana.Mientras pelaba manzanas p