Aarón fue a entregarle unos brotes de bambú que había traído de la Aldea Robledo a los dos vecinos del piso de abajo, mostrando así una actitud amable y humilde.
—Son brotes de bambú que cultivamos por mucho tiempo, no son costosos, pero quería que los probaran — dijo con una sonrisa amable.
Los vecinos, al ver lo frescos que estaban los brotes de bambú y lo sencillo del gesto, no dudaron en aceptarlos.
—¡Muchísimas gracias! Qué detalloso, justo nos encanta el bambú —respondió uno de los vecinos, sonriendo mientras tomaba los brotes de bambú.
Después de entregárselos, Aarón regresó a casa.
Al verlo tan sonriente, Belén no pudo evitar preguntarle.
—¿Fuiste a regalar cosas? ¿Por qué a ellos? Si ni siquiera los conoces.
Aarón se enfureció.
—No sabes un carajo. Apúrate a organizar, ¿qué falta? Yo voy de compras
regreso más tarde.
Belén miró a Yulia, claramente molesta, y le gritó.
—¡Feíta, apúrate a ordenar todo!
Pero Yulia, siendo tan pequeña, no podía hacerlo todo tan rápido.
Vicente, e