Aarón fue a entregarle unos brotes de bambú que había traído de la Aldea Robledo a los dos vecinos del piso de abajo, mostrando así una actitud amable y humilde.—Son brotes de bambú que cultivamos por mucho tiempo, no son costosos, pero quería que los probaran — dijo con una sonrisa amable.Los vecinos, al ver lo frescos que estaban los brotes de bambú y lo sencillo del gesto, no dudaron en aceptarlos.—¡Muchísimas gracias! Qué detalloso, justo nos encanta el bambú —respondió uno de los vecinos, sonriendo mientras tomaba los brotes de bambú.Después de entregárselos, Aarón regresó a casa.Al verlo tan sonriente, Belén no pudo evitar preguntarle.—¿Fuiste a regalar cosas? ¿Por qué a ellos? Si ni siquiera los conoces.Aarón se enfureció.—No sabes un carajo. Apúrate a organizar, ¿qué falta? Yo voy de compras regreso más tarde.Belén miró a Yulia, claramente molesta, y le gritó.—¡Feíta, apúrate a ordenar todo!Pero Yulia, siendo tan pequeña, no podía hacerlo todo tan rápido.Vicente, e
Ya era hora de buscar en otro lado. Diego tomó con firmeza la mano de Marina mientras subían al segundo piso y entraban a la habitación. Renato no los siguió.Después de ducharse, Marina salió y vio a Diego concentrado mirando fijamente un mapa. Ella tomó una botella de agua, se la pasó y se sentó a su lado.—Diego, ¿alguna idea al respecto?Diego tomó el agua, la miró un momento y contestó:—La siguiente parada, buscar en los barrios cercanos.Marina sorprendida, miró la ruta, dijo:—Mmm, entonces vamos a los Álamos.Diego encendió la computadora y revisó los archivos de las personas que ya habían estado por ahí.—Perfecto, intentémoslo una vez más.Luego la abrazó, acurrucándola contra su pecho. Marina se acomodó y cerró los ojos.A pesar de que el camino parecía largo y difícil de transitar, lo único que podían hacer era esperar y rezar para que algún día encontraran a su hija.A la mañana siguiente, empacaron sus cosas y partieron rumbo a los Álamos.El auto avanzaba a saltos por e
Cuando Aarón logró contactar la llamada del alcalde, no perdió más tiempo y, con urgencia, le preguntó:—¡Alcalde! ¡Vi a las dos personas que vinieron hace algún un tiempo a nuestra aldea a preguntar por las tierras de la montaña! ¡Han vuelto, y esta vez traen a un jefe importante! ¿Sabías algo de esto?El alcalde, al escuchar la noticia, se mostró emocionado:—Han pasado meses sin que nos contacten, así que lo del arrendamiento de tierras tal vez ya no se pueda concretar. Pero voy a llamar para saber cómo va lo de la escuela.A Aarón, al escuchar lo de la escuela, le cambió la expresión. Sabía que su hijo iba a estudiar en una mejor escuela, así que cortó la llamada al instante.Mientras tanto, Rufino les estaba contando a Diego y Marina sobre los avances que habían hecho en sus investigaciones previas.—Desde el barrio hasta las aldeas, casi todo el recorrido era extenso y agotador por esos estrechos caminos de la montaña. En muchos lugares ni siquiera pudimos entrar en auto. Estas s
Antes de que Marina y los demás llegaran, ya podían escuchar las conversaciones de las mujeres.—¿Cómo hizo Aarón para hacerse rico? ¡Ahora tiene dinero para comprarse una casa! Qué raro, hace algunos unos días Aarón y Belen regresaron a la fiesta de bodas, y esa cara tan orgullosa y engreída de Belen, ¡estaba aterradora! —comentó una mujer, sorprendida.—Yo también me pregunto lo mismo, ¿de dónde sacan tanto dinero esos dos vagos? No será que hicieron algo raro,—dijo otra mujer, con un tono burlón.—¡Y ni hablar de Belen! —agregó una mujer, visiblemente envidiosa—. ¡Ahora sí que está viviendo como una reina!En ese preciso momento, una mujer que no se llevaba bien con Belen comentó, con un tono irónico:—¿Será que el dinero vino de los familiares de esa niña? Yo nunca creí que Aarón y Belen fueran tan buenos como para traer a una niña a vivir con ellos. Seguro que algo les dieron a cambio.—¿Quién traería a casa a una niña tan fea? —dijo otro sujeto que se encontraba en el lugar.Las
Ya estaba todo listo para la construcción de la escuela en la Aldea Robledo. El alcalde, contento, se despidió respetuoso de ellos. Marina y los demás regresaron a los Álamos.Para corregir su error, Rufino le marcó apresurado a Aarón:—Mucho gusto, soy Iván, ¿te acuerdas de mí? Estuve en la Aldea Robledo hace unos meses. Quería hablar contigo sobre el arrendamiento de las tierras, ¿tienes un ratito para charlar?Aarón, al escuchar su voz, se ajustó en la silla, apagó la televisión y respondió con respeto:—Sí señor, claro, tengo tiempo.Rufino, con un tono amistoso, le preguntó:—Escuché que te mudaste, ¿dónde vives ahora? Quisiera fijar un lugar para vernos.Aarón sonrió con agrado.—Sí, vivo en el Condominio La Flor del Valle.Rufino pensó al instante, qué casualidad:—¡No puede ser! Yo también vivo ahí, en el edificio seis. ¿Y tú?Aarón soltó una gran carcajada.—Jajaja, qué suerte tienes, yo vivo en el cinco.—¡Buenísimo! Si no te molesta, ¿qué opinas si paso a verte ahora mismo?
Rufino se levantó rápidamente y fue a abrir la puerta.Diego, tomándole la mano a Marina, entró en la casa, seguido por Renato y los demás. La puerta se cerró detrás de ellos.Marina caminaba con una mirada llena de ansiedad y absoluta esperanza.Iván ya había ido a abrir la puerta del cuarto y, al ver a un niño pequeño jugando con los audífonos puestos, pensó la situación que sería fácil de manejar.Rufino se dirigió directo hacia otra habitación. Diego empujó otra puerta.Cuando vio a la niña, atada de manos y pies y con la boca sellada con cinta adhesiva, no pudo evitar que las lágrimas empezaran a brotar una tras de otra.Marina, al verla, sintió que el corazón se le rompía en dos. Aunque su rostro estaba desfigurado por completo, aun así la reconoció.Las lágrimas comenzaron a correr por su rostro, y corrió apresurada hacia ella para desatarla.Diego, viendo lo temblorosa que estaba Marina, tomó su mano con seguridad y, con un tono de voz preocupante, le dijo:—Déjame hacerlo, yo
Quince años después, en el aeropuerto de Estelaria.Iker andaba entre la multitud. Con sus manitas regordetas, sostenía un pan y lo mordía con mucha emoción.La forma en que comía era realmente única: primero lo lamía un poquito, entrecerraba cuidadoso los ojos como si estuviera disfrutando de cada bocado, y luego, se lo metía a la boca de un solo trago.Iker tenía tan solo cuatro años. Era hijo de Marina, quien a sus 40 años lo tuvo después de una inolvidable noche de celebración por su aniversario de bodas. Después de haberse tomado un par de copas demás, terminó seduciendo a Diego, y esa noche nació una nueva vida.Diego miraba a su hijo extasiado mientras masticaba su pan y no pudo evitar sentir una leve incomodidad. ¿Cómo podía haber tenido un hijo tan tragón?Iker, era muy observador, levantó la cabecita y vio la mirada crítica de su papá. Sonrió mostrando sus pequeños y hermosos dientes, con migas de pan colgando de la boca.Miró a su papá, tan alto, pero aún con la capacidad su
Yulia escuchaba con una sonrisa feliz las discusiones entre su papá y su hermoso hermanito.Diego extendió caroñoso las manos para cargar a Iker, que ya estaba bastante pesado. No quería que su hija se cansara.—Papá, yo lo cargo no te preocupes—dijo Yulia con voz suave.Iker, con su aire tan presumido, miró de reojo a Diego como diciendo: ¡que sea mi hermana la que me cargue!—Hermana, puedo caminar solo —dijo Iker, preocupado porque Yulia estuviera cansada.—Yulia, mejor déjalo caminar, el niño necesita hacer ejercicio —respondió Diego.Yulia sabía muy bien que su papá la consentía muchísimo, así que, obediente, dejó que Iker caminara. Tomó su mano con una y con la otra rodeó el brazo de Diego.Juntos salieron del aeropuerto....Al otro lado del aeropuerto, en la zona de llegadas, un grito estruendoso resonó por toda la terminal. Desde la multitud, alguien gritó entusiasta:—¡Lidia, te amo!Lidia, una mujer alta con curvas perfectas, escuchó los fervorosos gritos de sus fans. Se qui