Sandra en ese momento llegó a casa de buen humor, con una sonrisa en el rostro, y le contó a Mateo entusiasta lo que había pasado cuando se cruzó con Luna ese día.
—¿Luna? —Mateo se sentó de golpe, su expresión de inmediato se tornó seria.
Sandra, al ver su cambio de actitud, le preguntó, algo confundida:
—¿Qué ocurre? ¿Te acuerdas acaso de algo?
Mateo se quedó pensativo por un momento, y de repente, como si se le hubiera encendido una bombilla en ese instante, dijo:
—Eduardo ya está muerto, y Marina es su única hija. Eso quiere decir que tal vez ella herede la fortuna de los Cabello.
Dijo esto con una sonrisa irónica, y en sus ojos se reflejaba un poco de frustración.
Sandra, sorprendida, sintió un leve pinchazo de celos.
—Vaya, qué suerte tan magnifica la de ella... Pero Marina no tiene buena relación con los Cabello, así que puede que no reciba nada.
Sandra también odiaba demasiado a Marina. Si no fuera por ella, ahora mismo la empresa sería de su esposo, y ese terrible pensamiento