Marina regresó a casa con las bolsas del supermercado.
—Marina, ¿por qué tardaste tanto en ir a comprar? Si no hubieras vuelto tan pronto, te iba a llamar —dijo César, quien tomó las bolsas mientras se apoyaba en su bastón y caminaba hacia la cocina.
—Me quedé dando una vuelta más por el supermercado —Marina levantó un poco la mirada hacia el reloj que se encontraba en la pared, y su rostro se sonrojó un poco. Había pasado una hora en el coche—. Hace tanto calor hoy... Me voy a dar una ligera ducha.
Desde la cocina ya se escuchaba el ligero sonido de los vegetales siendo lavados.
Marina fue a ducharse.
Al salir de la ducha, Marina vio que Yolanda le había enviado un mensaje:
“Marina, comer sola es tan aburrido. ¿Puedo cenar en tu casa esta noche?”
Marina sonrió de repente y le respondió escribiendo:
“Claro, ven cuanto antes.”
Yolanda, totalmente emocionada, le escribió de vuelta:
“¡Marina, no sabes lo chistoso que es Diego! No me deja llamarte Nina, ¡es tan mandón!”
Marina no estaba al