Eran las diez de la noche.
Marina giró la cabeza y mordió unas papas fritas que Yolanda le ofreció antes de publicar una historia en Instagram, etiquetando la cuenta falsa de Rosario.
[Te di una oportunidad, pero no tuviste el valor suficiente de admitir tu error. Ya te he demandado.]
A esa hora, muchos trasnochadores aún estaban activos en Internet. No tardaron en aparecer comentarios en su publicación.
[¿Dónde están las pruebas? Muéstralas en este momento para que todos las vean. No será que solo hablas por hablar, ¿verdad?]
[Si tienes valor, saca primero las pruebas.]
[¿Cesarina Entretenimiento está en su ocaso? Una empresa tan pequeña que aún se atreve a amenazar a otros. Ya hemos llamado a la policía.]
Lucía, al enterarse de la demanda, sintió al instante un creciente nerviosismo.
—Ella dice que me va a demandar, ¿qué hago? ¿De verdad tiene pruebas?
—No te preocupes por eso. Te transferiré el saldo pendiente de inmediato —respondió Natalia al ver la publicación.
Lucía, aunque ans