Capítulo 124
Diego soltó una ligera risa mientras devoraba los fideos.

Al terminar, lavó juicioso el plato, salió de la cocina y se sentó junto a Marina.

—No quiero irme esta noche. Yolanda no regresará.

Marina le lanzó una ligera mirada y revisó las redes sociales de Yolanda, donde vio varias fotos de una actuación.

—Me gustaría ir también. Estoy aburrida en casa —dijo sonriendo.

Diego la levantó y la sentó en sus piernas.

—Conmigo, te aseguro que no te aburrirás.

Con una mano en su cintura, tomó la chaqueta del sofá. Marina, perezosa, se quedó quieta, apoyando con delicadeza sus manos en sus hombros.

Diego sacó unas cajas de la chaqueta.

Marina sorprendida al verlas; ninguna de las cajas parecía normal.

—Son de menta. Primero las probaremos —dijo Diego con una sonrisa traviesa.

Marina intentó bajarse, pero él la retuvo de inmediato.

—¿Quieres ducharte primero?

—Sí.

Al final, no se ducharon.

La luna iluminaba la habitación y las sombras en el sofá danzaban.

Marina apoyaba las manos en el sofá
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