No me dí cuenta cuando pasó el tiempo. La cena fue de lo más agradable, gracias al ángel que me salvó en varias ocasiones de las garras de su hijo. Estábamos las dos en la terraza, ocupando dos sillas.
-Cariño--- se dirigió a mi---te quiero decir algo pero no sé cómo lo vas a tomar. Sólo espero que no te enfades conmigo.Noté preocupación en su mirada pero no me sentía asustada para nada. Sin embargo elegí por no articular palabra y así darle la oportunidad de sacar lo que tenía dentro.-Mi hijo...ehhh...no es un chico malo ¿vale? Lo que pasa es que tiene mucho genio y la mayoría de las veces no lo controla. Lo conoces desde siempre y sabes que de niño era exactamente igual. Lo único que ha cambiado es que ha madurado y es un hombre ya , pero el carácter, el temperamento, es lo mismo de siempre.Me quedé atónita. Y ¿porqué me estaba "advirtiendo" a mi de esto?-Me entiendes ¿no es así? Tocó mi mano y sentí la calidez de una madre que defiende a su hijo con