Olaia se inclinó curiosa: —¿Qué pasa, de quién es el mensaje?
Apagué la pantalla: —Mateo.
—¿Él? ¿Qué quiere? ¿No estaba ya satisfecho con cómo te ridiculizó en el restaurante esta noche? ¿Siente que no lo hizo bien?
—No es eso.
Me sonrojé un poco: —Le duele la pierna, probablemente es una secuela de la explosión. Tengo que ir a verlo.
Olaia me miró indignada: —¿Acaso no acabas de decir que no ibas a priorizar a tu pareja sobre tus amigos? ¿Y ahora resulta que sí lo haces?
Me puse a hacerle un masaje en el hombro: —Olaia, ¿cómo podría yo anteponer a mi pareja sobre mis amigos? Solo voy a echar un vistazo, ¿qué quieres comer? Te traigo algo cuando regrese.
—No, él tiene novia, ¿no? ¿Qué vas a hacer al respecto?
—No es su novia.
Me toqué la oreja: —Es su prima.
—Bueno, bueno, ve entonces.
Olaia suspiró aliviada y me empujó afuera.
En el camino, justo cuando iba a entrar al garaje, el guardia de seguridad me detuvo.
Dijo que hoy había una nueva normativa de la propiedad que prohibía la ent