La ciudad de Perla no era tan grande como para que fuera difícil encontrarlo, y sabía que solo era cuestión de tiempo dar con él desde que decidí regresar. Sin embargo, no esperaba que fuera tan pronto.
Al apartarme rápidamente, oí a Eloy decir, sorprendida: —¿Señora Romero?
—Sí.
—Es la exesposa.
Marc y yo respondimos casi al mismo tiempo.
Conteniendo mi mal humor, miré a Eloy y esbocé una leve sonrisa: —Señora García, parece que tiene compromisos, así que nos retiramos.
—Sí, Señora García, si necesita algo, no dude en llamarnos.
Olaia también se despidió con cortesía.
Mientras nos alejábamos, escuché a Eloy comentar, con un tono burlón: —Señor Romero, parece que su exesposa no le guarda mucho afecto.
…
Al salir del hotel, un Bentley negro se alejaba del estacionamiento.
Corrí instintivamente al reconocer una matrícula familiar.
Olaia me siguió y preguntó: —¿Qué ocurre? ¿Por qué corres así?
—No exactamente.
Señalé el Bentley que ya se mezclaba en el tráfico: —Ese día en la clínica, vi