Ya había preguntado varias veces a mi tía sobre mi origen, pero siempre sin éxito.
Si volviera a hacerlo, probablemente tampoco obtendría respuesta.
Olaia estuvo de acuerdo. Se recostó en el sofá, pensó un momento y luego me miró con interés.
—Entonces, ¿no eres tú la prometida de Mateo?
—¡Puf, jejeje...!
Mientras bebía agua, la inesperada pregunta de Olaia me hizo escupirla y casi atragantarme.
Tosí durante un rato.
Olaia se rio y me pasó varias servilletas: —¿Por qué te pones tan nerviosa?
—¿Nerviosa?
—Claro, la prometida de Mateo está nerviosa.
Se rio y sacudió la cabeza.
...
Durante dos días, estuve distraída.
Pensar que ese informe de paternidad podría definir mi futuro e invalidar veintiséis años de mi vida, cuestionando cada momento de amor que recibí de mis padres.
Me inquietaba profundamente.
Me sentía como si hubiera pasado de tener raíces a ser una balsa a la deriva.
Afortunadamente, aunque cada segundo parecía una eternidad, finalmente llegó el día de recibir el informe de