—Ya salió la prueba de paternidad.
Suspiré con frustración.
Él insistió con firmeza: —Debe haber un error en la prueba. Delia, podría confundir a cualquiera con ella.
Ese cualquiera claramente se refería a mí.
Luego, agregó con serenidad: —Pero nunca, jamás la confundiría a ella.
...
Apreté los labios: —Eso es asunto tuyo y de la familia Hernández, Mateo. Es mejor que mantengamos cierta distancia.
No quería volver a meterme en problemas.
Sin esperar su reacción, tomé a Olaia del brazo y entramos al salón de banquetes.
Aunque este banquete de bienvenida fue organizado a último momento, no se escatimaron detalles.
Las luces resplandecían y la decoración era lujosa, claramente se trataba de una fiesta de la alta sociedad.
Después de tomar una copa de la bandeja de un camarero, Olaia me miró sorprendida: —¿Desde cuándo eres tan fría?
—Vaya.
Sonreí con resignación: —Hasta la persona más ingenua aprende de sus errores. Y las circunstancias ahora son diferentes.
—¿En qué sentido?
—Antes ya es