Capítulo 306
Aún estaba despierto.

Apreté los labios y, con seriedad, le dije: —Sobre aquel día en que rompí tu hucha, lo siento mucho.

Al oírme, se quitó la máscara de dormir de un tirón, y en sus ojos cansados apareció un destello de molestia. —Delia, afuera siempre te toman el pelo, pero parece que solo conmigo sabes cómo fastidiarme, ¿no?

—No, no es eso.

Lo interrumpí apresuradamente, sacando el conejito de cerámica que había mandado a hacer, intentando calmarlo: —Mira, hice que replicaran tu conejo lo mejor posible. Espero que esto compense mi error.

En realidad, no debería haber tocado esa hucha, ni por cortesía ni por ninguna razón.

Fue un impulso inexplicable, y después no entendía por qué había tocado las pertenencias de otra persona.

En los últimos días, encontré tiempo para ir a la tienda de cerámica e intentar hacer uno idéntico para reemplazarlo, pero mis habilidades no estuvieron a la altura.

Finalmente, tuve que pedir ayuda al artesano.

Mateo se quedó sorprendido un instante, su mira
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