Capítulo 236
Lo que a él le gustaba, yo también lo aceptaba.

No debería sentir que me esfuerzo en vano.

Marc, con sus ojos oscuros y brillantes, insistió: —No te preocupes por eso, come.

Me dio pena por él: —Tu estómago no está bien.

—¿Has soportado tres años? ¿Crees que yo no puedo hacerlo una vez? No me subestimes.

Hablaba con seriedad.

Bajé la mirada: —Está bien, haz lo que quieras.

Después de la comida, él se ofreció a lavar los platos, y yo seguí trabajando sin remordimientos.

A diferencia de Enzo, con quien me sentiría incómoda si él lavara los platos por ser solo un amigo, con Marc, a quien he cuidado durante tres años, no me parecía inapropiado que lo hiciera.

—¿Tienes algún medicamento para el estómago?

Mientras revisaba el estilo de los primeros productos de la empresa, Marc se acomodó en el sofá con dolor estomacal.

Me dieron ganas de reír y le preparé una taza de medicamento: —¿No decías que no te subestimaba?

Su estómago se dañó cuando tomó el control del Grupo Romero. Para manejar a l
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