Una amante estaba reprendiendo a la otra… Qué interesante.
Apenas me eché a reír cuando oí un ligero bufido a mi espalda.
Me sobresalté y al voltear me topé con un tipo de aspecto con aire arrogante y pícaro, con una media sonrisa en sus comisuras de los labios. Vestía una chaqueta de cuero y se recargaba casual en la pared, diciéndome:
—Señora Romero, parece que tiene unos apetitos bien peculiares.
Fui descubierta escuchando en secreto y me sentí algo culpable, pero pronto la sensación se me pasó:
—Tú tampoco te quedas atrás, ¿no?
—Yo solo temía interrumpir tu entretenimiento.
—Pues de todos modos lo hiciste —le repliqué con sarcasmo y lo miré de reojo. —¿Quién eres tú y cómo sabes de mí?
—Soy Mateo Vargas —dejó su nombre a bocajarro, dejando atrás su pose desenfadada y poniéndose derecho. —Señora Romero, hasta luego.
Dicho esto, se fue y agarró bruscamente del moño del cabello de la joven adinerada. Le dijo con lengua afilada:
—Estrella Morales, con ese cerebro de mosquito que tienes