Olaia volteó la cabeza rápidamente y me dirigió una insinuación indirecta. También me sentí un poco desconcertada, pero al ver la actitud despreocupada de Enzo, pensé que definitivamente no era el mismo significado que entendió Olaia.
Y además, Enzo tenía a alguien a quien amaba, a quien había amado durante veinte años, ¿cómo podría interesarse en mí, una recién divorciada?
Enzo me sirvió más jugo de maíz, mientras me decía:
—No te apures en responderme, considéralo bien.
—Está bien.
Todavía había un gran tumulto en mi corazón. Después de todo, era una marca que había anhelado durante tantos años, y de repente se había vuelto tan accesible, como si fuera un sueño irreal.
Después de comer, Olaia le pidió a Enzo que me llevara a casa con la excusa de tener que ir a otra fiesta.
Ya arriba del coche, le dije con resignación a Enzo:
—Lo siento por las molestias…
—Qué molestia ni qué nada. Después todo, me has invitado a cenar —bromeó sonriendo.
Me reí ligeramente.
—Ni siquiera me dejaste