—Come.
José, de repente, le sirvió el filete, y luego, con destreza, le peló un cangrejo y una langosta.
Olaia y yo observamos la escena, y nuestras miradas se cruzaron.
Olaia, al instante, me mandó un mensaje: [¿Viste eso? Me está desafiando].
Respondí: [¿Eso despertó tu espíritu competitivo?].
Olaia: [Si hubiera vuelto temprano, tal vez sí. Ahora no tendría ganas de jugar con ellos. Lo que quiero es disfrutar mis vacaciones.]
Pude ver que Olaia no había superado por completo a José. Si fuera así, no estaría participando en este pequeño teatro con Óscar; ya habría dado un paso más allá.
Con su carácter tan impulsivo, si realmente le gustara alguien, no habría esperado tanto para actuar.
—Delia.
Al escuchar mi nombre, miré a mi madre: —¿Qué pasa, mamá?
—Iván y yo ya hemos terminado, vamos a dar un paseo. Beatriz viene con nosotros, así que sigan comiendo tranquilos.
Asentí sin dudar: —Está bien.
Olaia, con igual rapidez, se levantó y le hizo una señal a Óscar: —Nos vamos.
Óscar, como u