C74: Quería decírtelo en persona.
Vidal se apartó lentamente del abrazo y sus manos se posaron sobre los hombros de Alaska.
—¿Por qué no vamos ahora mismo a traer tus cosas? —preguntó, sosteniendo su mirada—. Dime, ¿dónde te estás quedando?
Alaska bajó ligeramente la mirada.
—N-no te preocupes, Vidal… yo me iré por mi cuenta. No quiero molestarte.
Él arqueó una ceja, sorprendido por aquella respuesta, y exhaló un suspiro lento.
—¿Pero qué dices? ¿Cómo que molestarme? —cuestionó—. Tú estás embarazada, Alaska. Ahora es mi responsabilidad cuidarte. Eso es lo que hace un hombre decente, así que no digas cosas como esas, no me pongas en el papel de villano. Yo estoy aquí, ¿sí? No importa si esto me desordena la vida, o si todo se vuelve un caos, lo importante es que mi hijo esté bien, así que no quiero que empieces con dramas innecesarios.
Alaska dejó de sonreír por un momento. Había algo en la voz de Vidal que le reveló un matiz de fastidio, lo conocía demasiado bien como para notarlo.
Aun así, no dijo nada. No quería ha