C53: Quédate conmigo.
Ámbar tenía una elección frente a sí: podía rechazar aquel contacto tan cercano o aceptar el gesto y acurrucarse entre sus brazos. Lo cierto era que ella sí quería hacerlo.
Estar junto a Raymond la hacía sentir bien. Había entre ambos una familiaridad creciente, una conexión que se había ido construyendo sin que ninguno de los dos lo notara del todo. Con él cerca, Ámbar se sentía protegida, segura, como si nada pudiera hacerle daño mientras él estuviera a su lado.
Así que, sin pronunciar palabra, decidió aceptar el desafío que él le había propuesto. Se acostó despacio, dándole la espalda, recostando su cabeza sobre el brazo que Raymond mantenía extendido para ella. No se atrevió a mirarlo, pero él no pareció molestarse. Al contrario, su respiración tranquila y su silencio transmitían serenidad.
Raymond la rodeó con un brazo, abrazándola por la cintura con suavidad, y Ámbar se tensó de inmediato; su cuerpo se quedó rígido, aunque no se apartó.
Raymond, percibiendo aquella rigidez, se i