C114: Preferiría es que te mantuvieras alejada de ella.
Ámbar, en cambio, se veía sorprendentemente serena. Él sabía muy bien que no se trataba de una valentía despreocupada, sino de la confianza que ella depositaba en él. Su calma nacía de la seguridad que él representaba; esa misma seguridad que Raymond temía no volver a sostener si no controlaba cada variable. Y aunque lo reconfortaba verla tranquila, también aumentaba la presión que cargaba: era su responsabilidad que nada volviera a amenazarla.
Mientras avanzaba por el corredor principal, su mente regresó a la misma idea, una que había rondado en él desde que Ámbar despertó en el hospital: vaciar la mansión. Despojarla de cualquier presencia que no considerara absolutamente confiable.
Solo Ámbar y él. Esa imagen, de una casa silenciosa y protegida, se le clavaba cada vez más profundamente en los pensamientos. No era una fantasía irracional; era un plan en construcción, una posibilidad que no había desechado ni un instante.
Ámbar tenía razón, en parte. No se debía juzgar a todos sin pr