C102: Te exijo que te apartes.
Layla se sobresaltó ante la reacción tan repentina e inesperada de Alaska. No solo la tomó por sorpresa, sino que también la inquietó profundamente. El modo en que la gemela de Ámbar la sujetó del brazo, con esa fuerza, con esa mirada fría y penetrante, bastó para que un escalofrío le recorriera la espalda.
Había algo en Alaska que imponía, era como una energía sombría, algo que Ámbar jamás había tenido. Con Ámbar, Layla podía permitirse mostrarse desafiante, altiva incluso; en su interior sabía que la otra no representaba una amenaza real.
La había enfrentado antes, y aunque las discusiones habían sido tensas, jamás había sentido temor. Ámbar era una mujer de voz serena, que intentaba mantener su compostura incluso en medio del enojo. Su carácter, más firme que agresivo, no transmitía peligro.
Sin embargo, Alaska era otra historia. Había en ella una presencia distinta, una dureza que se palpaba en su respiración y se reflejaba en sus ojos, esos ojos que, aunque semejantes a los de su