CAPÍTULO 48. MI PROMETIDO
Horas más tarde, siendo de madrugada, Carlos Alejandro, regresó a su casa agotado, además que debido a las circunstancias, Rosa Lilia iba a quedarse con ellos, pues le habían indicado reposo absoluto, se necesitaba estar al pendiente de ella y el bebé que esperaba.
—Voy a solicitarle a Eleonor que arregle la habitación en la que se quedan mis padres, en la planta baja. —La ayudó a tomar asiento.
— ¿No dormirás a mi lado? —cuestionó con los labios entreabiertos.
—No —contestó sin dudarlo ni un segundo, había hecho una promesa a sus hijos y no pensaba traicionarlos, ni causarles un dolor mayor.
—Pero, ¿por qué no? —indagó sin comprender—, he sido tu mujer, sería lo más normal. Vamos a casarnos, además, así podrías estar pendiente de nosotros. —Tocó su vientre.
—No para mis hijos —expresó en tono seco—. Esta noche le pediré a Eleonor que esté pendiente, su habitación está cerca, yo requiero descansar porque me hago cargo de mis hijos y tengo que trabajar. —La tomó entre sus brazos y la