Que Lucía se hubiera convertido en su fuente de diversión durante las casi tres horas que duró el viaje hasta Dordogne no fue una sorpresa en su totalidad. Había algo en ella que lo hacía querer burlarse, de manera no tan sutil, y lo hizo. Logan no estaba muy seguro de qué era exactamente eso que emanaba Lucía, quizá los nervios o la tensión, pero fue divertido mientras duró.

Lucía no era su amiga ni nada semejante, era solo la mujer con la que tenía un asunto de negocio, por decirlo de alguna manera. Por un lado, sentía que no estaba bien haberse dejado influenciar por la personalidad tenaz y dulce de Lucía y por el otro, cada vez se le hacía más difícil no caer en el encanto que ella destilaba. Hacía varios meses que se conocían y en algún punto, Logan se percató que Lucía había dejado de actuar con él. Incluso Logan había dejado de comportarse de manera indiferente y hostil. Lo más inverosímil de todo lo que hasta el momento había estado ocurriendo, era que Logan ya no se sentía fr