Olvidar los problemas por un rato.
No tenía idea de cuánto duró el viaje en autobús, tampoco tenía idea del lugar en el que se encontraba y que ella no le hubiera dicho nada… Bueno, Logan solo podía “confiar” en Lucía, ¿cierto?, aunque solo fuera un poco.
El punto, estaban en una zona que Logan no conocía y no dejaba de escrutar minuciosamente cada cosa que le llamaba la atención, como el enorme portón de rejas de hierro con retoques de oro y el inmenso vergel que se extendía detrás de dicho portón. Honestamente, Logan no era una persona que salía a “disfrutar” de las maravillas de la ciudad. Entre estar al mando de la metalúrgica, sus muchas e incalculables obligaciones y responsabilidades para con la Fundación, la enfermedad de su madre y su, ahora, poca vida social, tiempo para ocio era lo que no tenía. Aunque, sí, el poco tiempo libre que Logan disponía, se la pasaba dentro de una habitación con una despampanante y apasionante “amiga”. Disfrutaba de su tiempo de ocio de una manera tórrida, fogosa y muy lujuriosa. Y