Maldito cretino.
La actitud del CEO le colmaba bastante la paciencia, pero optó por hacer caso omiso y centrarse en otras cosas mientras almorzaban. Pensó en su trabajo, en su profesión y sintió ganas de reírse. Dios, era ridículo estar comparando la actitud del hombre con la de un niño, pero por momentos le resultaba difícil no hacerlo. Además, el CEO tenía una habilidad única para intentar flaquear su paciencia. Inevitablemente, se preguntó si cada que salían sería de esta manera y la respuesta casi provocó que rodara los ojos. Por supuesto que sería así, ¿esperaba otra cosa? No. Las cartas estaban sobre la mesa, el juego estaba en marcha y dentro de dos días más, ellos demostrarían que tan buenos actores podrían resultar.
Pese a ello, todavía tenía muchas dudas porque no sabía de qué manera debía comportarse exactamente delante de la madre del CEO. Él le había dicho que actuarían como una pareja “enamorada”, pero ¿qué más esperaba el hombre que hiciera? Porque estaba segura de que la madre del CEO