La cuerda.
Se glorificó a sí misma por aparentar que todo estaba bien, que no le dolía ver a su hermana radiante y sonriendo feliz al lado de su novio. Y no, no era como si sintiera envidia, era solo ese tipo de dolor que a veces las personas sienten cuando ven a alguien alcanzar la felicidad. Algo similar a la nostalgia, por decirlo de alguna manera. En realidad, era más que eso. Eran demasiadas emociones juntas que se aglomeraron en su pecho mientras veía a Pía y Gabriel tomados de la mano y caminar hacia un futuro incierto, pero con la esperanza a flor de piel de que todo estaría bien.
Pese al dolor de verla partir, se comportó de manera centrada y adulta. Abrazó fuertemente a su hermana, murmurándole varios consejos y recordándole que de vez en cuando la llamara por teléfono. Y entonces, Pía se fue. Una hora después de que saliera el vuelo de su hermana rumbo a Londres, comenzó a caminar hacia la salida del aeropuerto.
Si al llegar a su casa la nostalgia y la tristeza la ahogaron en llanto,