Logan se quedó un par de segundos viendo la puerta color caoba, dudando si abrirla o no. No había titubeado ni un solo instante cuando la llamó y le propuso pasar un rato agradable. Ella, como siempre, respondió de inmediato, algo eufórica, pero aún con ese tono sugerente que a él tanto le gustaba. Ahora, sin embargo, se estaba preguntando si había sido una buena idea venir hasta aquí solo para…

La puerta se abrió y Logan contuvo el aliento cuando la vio. Atractiva, hermosa, alta, rubia, con un cuerpo curvilíneo de ensueño… Ojos verdes que desprendían lujuria y unos labios rellenitos que incitaban al pecado. Sintió un tirón en su entrepierna cuando ella lo miró de pies a cabeza, invitándolo a pasar al interior del departamento.

Y las dudas disiparon cuando la puerta se cerró detrás de sí.

—¿Vino? —preguntó ella, haciéndole una seña para que se sentara en el sofá.

—Por supuesto —replicó, esbozando una media sonrisa. Se quitó el saco y se sentó en el cómodo y mullido sofá de cuero negro