La caída de Carmela permanece en el aire, pero un nuevo temor comienza cuando Leila se precipita entre la multitud, lanzándose hacia el escenario donde se encuentra Amara, su pequeño cuerpo eclipsado por el de Antonio.
Tatum la sigue, con la cara roja de furia y los ojos disparados por el bombeo de las membranas. La multitud se separa, despejando el camino para la pareja mientras chispas de susurros los persiguen.
"¡Antonio!", la voz de Leila corta el silencio, afilada como una cuchilla. "¡No puedes casarte con nuestra hija!".
Detrás de ellos, una ráfaga de murmullos se apodera de la multitud, las especulaciones vuelan, las preguntas también.
Tatum se adelanta mientras los guardias rodean al rey. "No es tuya para reclamar", ladra Tatum. "Y sabes por qué".
Los ojos de Antonio se entrecierran con penetrante agudeza ante la pareja. Lo sabe. Leila lo siente en sus huesos. Ahora lo sabe. Ella es la Luna fénix.
Amara, su hija, lleva el mismo fuego, destinada a convertirse en la próxima