“Hay alguien aquí que quiere verla, mi señora”, le dijo una omega a Carmela en su habitación en la casa de Antonio.
Carmela apartó la vista del espejo donde se estaba maquillando y miró a la omega antes de volver a mirarse en el espejo y una amplia sonrisa se dibujó en sus labios.
Ni siquiera la habían anunciado oficialmente como la Reina Licántropa y ya había gente que venía a buscar su favor.
“¿Quién es?”, respondió ella con voz estoica, ocultando su emoción a la omega.
“Es… Es el Alfa Tatum, dice que es urgente”. La omega volvió a inclinarse.
Una mezcla de ira, amargura y miedo nubló la mente de Carmela y su corazón se aceleró.
¿Qué demonios quería Tatum? ¿Por qué estaba ese perdedor aquí para verla? ¿Qué podría ser tan importante como para que viniera en la guarida de Antonio conociendo a la perfección la historia entre ambos y cómo se sentiría Antonio al ver a su mujer recibir la visita en su casa de una pareja al que ella rechazó?
¿Acaso Tatum estaba tratando de arruinarle