Tatum rompió la mesa y se clavó la pata rota en el pecho para no abusar de ella y aprovecharse de ella cuando estaba claramente a su merced, Leila no puede quitarse aquella noche de la cabeza aunque hayan pasado tres días.
Podía sentir las ganas que él tenía, vio cómo luchaba por contenerse, cómo le pedía una y otra vez que se marchara. El deseo no solo estaba en sus ojos rojos de lobo, ella también lo vio en sus orbes grises.
Ahora está segura de que Tatum sabe que son verdadera pareja, pudo sentir cómo sus lobos se conectaban esa noche, Tatum debería haberlo sentido también, es imposible que no lo hiciera.
"Mamá", Amara entra en la habitación de Leila, sosteniendo una de las muñecas de la casa de muñecas que Tatum le compró. "¿Puedo ir al parque, por favor?".
"Escucha cariño, mamá está demasiado ocupada ahora mismo para llevarte y ya sabes que la abuelita no puede salir de casa", responde Leila con una pequeña sonrisa, levantando y poniendo a Amara en su regazo mientras revisa un