Conversaciones del corazón
~SOPHIE~
Si me hubieran preguntado cuando tenía diez años cuál era mi mayor deseo, habría dicho que era vivir sola con mi padre, sin una madrastra buscando nuevas formas de atormentarme, ni un hermanastro acechando como un buitre, solo mi papá y yo.
Incluso rezaba por ello todas las noches sin falta, suplicándole a Dios que lo hiciera realidad. Y ahora, sentada en la lujosa cama de mi enorme y dolorosamente silenciosa habitación en su mansión, no pude evitar reírme de lo tarde, y completamente equivocadas, que habían sido respondidas esas oraciones.
La ironía era casi poética; mi padre y yo finalmente vivíamos juntos, pero la cálida y reconfortante imagen que había mantenido de niña había sido reemplazada por la fría e incómoda realidad de un hombre que solo pareció recordar que yo existía cuando la muerte llamó a su puerta.
Dios realmente tenía sentido del humor.
Sebastián me había dado una explicación detallada cuando llegué hace una semana. Me había recit