Leslie siempre viste colores apagados, colores que atraen poca o ninguna atención hacia ella como secretaria, porque no quería sobresalir. Ella nunca lucha por destacar por su apariencia y solo le interesa hacer su trabajo de manera eficiente.
Abro los ojos y esa imagen perfecta de ella desaparece. Suspiro, preguntándome si me estoy volviendo loco poco a poco. Llaman a la puerta y gruño de irritación.
"Hoy no voy a entrevistar a nadie más, Peter".
Peter, mi asistente, abre la puerta, entra y se inclina.
"Ya mandé a las otras solicitantes a casa, señor. Estoy aquí por otro asunto".
"¿Qué pasa?".
Coloca un sobre marrón en mi mesa y le echo un vistazo rápido antes de mirar a Peter en busca de respuestas.
"Esto llegó a la oficina. Es de tu esposa, señor".
Al escuchar eso, me incorporo rápidamente en la silla y agarro el sobre con una desesperación poco vista en mí. Peter me entrega un abrecartas y con él, abro el sobre. Mi estado de ánimo se agria en el momento en que veo las palabras escr