Veo que Dante camina de un lugar a otro tocándose el cabello mientras yo me siento en un sillón tratando de controlar la ira que tengo.
-¡Mira, Dante! Por el hecho de que esté casada contigo no significa que puedas mandar en las decisiones que tomo en mi vida.
-¿Por qué quieres renunciar? ¿Acaso no te gusta trabajar conmigo?
-No es eso, Dante. Solo que nuestro matrimonio va en picada y el día que te canses de mí, tampoco me vas a querer tener aquí. Entonces, si eso llegara a pasar, prefiero tener ya un empleo estable.- Veo cómo se le transforma la cara.
-¿Piensas que voy a terminar nuestro matrimonio?
-Si las cosas siguen así, alguno de los dos terminará pidiendo el divorcio.
-¿Serías capaz de hacerlo?
-Si llega el punto en el que esto es insostenible, lo haré - Dante pone una cara de dolido pero toma aire y luego me mira.
-Está bien, Valerie, haz lo que quieras. De todas formas, nunca me tienes en cuenta para nada.
-¡El que nunca me tiene en cuenta eres tú! Lo único que haces