ARTEMISA
—¿No lo quieres?—me muestra el anillo.
—No me presiones—las lágrimas se me quieren salir—no entiendes que soy una basura, que no valgo nada, estoy vacía Gulio y apenas estoy tratando de salir de mi propia mierda, no quiero arrastrarte a mi porquería.
—Yo quiero revolcarme en la basura contigo—me ofrece su mano y dudo en aceptar—porque te quiero, así como eres, sin más ni menos—comienzo a temblar cuando se acerca—mírame a los ojos —me prendo de su mirada con los ojos ardiéndome—¿Sabes que pienso de ti?
—No—sigo anclada a su mirada, pero no tenemos contacto, está a un lado de mi sentado con las piernas abiertas respetando mi espacio, pero no sabe que invade algo más profundo en mí y ese sentimiento es más aterrador que cualquier otra cosa.
—Que, si te reconstruyes sola, jamás deberías llamarte débil—mis lagrimas salen y se apresura a limpiarlas guardando la distancia cuando ahora lo que quiero es que me abrace—llevas una lucha contigo misma y sola, cuanto sabes que no deberías