ARTEMISA
Atravieso el umbral de la casa de Gulio con mis piernas temblar, no pensé volver aquí tan rápido pero los recuerdos bonitos pesan mas que el terror y me muevo a la pequeña sala sintiendo cosquillear el dedo donde un hermoso anillo de diamantes se aloja.
—¿Quieres algo de beber?—también está nervioso—¿algún licor? ¿o alguna bebida caliente?
—Una bebida caliente—explico— ya bebi mucho con las niñas—asiente y se pierde directo a la cocina.
Estoy tan nerviosa, y me sorprendo porque nunca he sido así, de hecho, siempre he sido segura, pero algo de miedo todavía sigue en mí.
Miento mostrándome fuerte pero todavía tengo muchas secuelas que deseo borrar, olvidar, he superado muchos, pero dar un paso tan importante como en el sexo le temo, no quiero que me vea como un fenómeno.
Odio tener que mostrarme débil ante las personas, pero si soy sincera ahora mismo estar sola con Gulio desata tantos temores que deseo correr, miro a todos lados sintiéndome acorralada, encerrada y amenazada