Abro mis ojos al sentir un fuerte dolor en un costado de mi cuerpo. Cuando me acostumbro mejor a la luz, me doy cuenta de que estoy en un hospital... ya se me está haciendo costumbre despertar en hospitales.
- Cariño, despertaste. - Veo a Santiago con cara de demacrado y con la misma ropa que tenía anoche. - ¿Cómo estás?
- Me duele mucho el costado - digo, señalando el vendaje.
- Es normal. - En ese momento entra el médico y me revisa para ver cómo estoy.
- Bueno, hasta el momento todo está bien. Te suministraré un medicamento para que ya no sientas dolor.
- Gracias. - El médico sale y noto que Santiago está algo tenso.
- ¿Qué pasa? Te noto tenso.
- ¿Por qué lo hiciste? No sé si adorarte por salvarme la vida o enojarme contigo por poner en riesgo tu vida. Juré morir cuando te vi llena de sangre; pedía a Dios que no te pasara nada.
- Yo no permitiría que nada te pasara. Yo te amo, Santiago. No sé si me creas, pero lo hago. Daría mi vida las veces que fueran necesarias. - Su mirada se su