Adrien se acercó a Camila con una expresión decidida, su mirada clavada en la de ella con intensidad.
—Quiero invitarte a cenar esta noche.
Camila parpadeó sorprendida. No esperaba esa propuesta, y menos después de un día tan importante.
—No hace falta, señor. Solo hice mi trabajo, nada más. —respondió con cortesía, manteniendo la compostura.
Adrien cruzó los brazos y la miró con una media sonrisa.
—Este logro también es tuyo, Valentina. Y creo que amerita una celebración. Deberías sentirte orgullosa.
Camila bajó la mirada y, con un leve suspiro, dijo con voz suave:
—Usted fue quien cerró el trato. Si alguien debe festejar, es usted. Tal vez debería salir con alguien especial… su esposa, por ejemplo.
Adrien frunció el ceño por un segundo y luego sonrió con un deje de diversión en su mirada.
—No tengo esposa, Valentina. Y no voy a aceptar un ‘no’ como respuesta.
Camila abrió los labios, dispuesta a insistir, pero él se adelantó.
—Paso por ti a las siete. Así que termina de organizar to