Tres años más tarde
Kamila Stuart
Noviembre 2017
Hospitales, meses de hospital en hospital buscando una solución para mi hija, buscando opciones y consultando con diferentes médicos en busca de una respuesta
De una salvación para ella
Emilia Stuart era mi pequeña hija de solo cuatro años, una hermosa niña de cabello pelinegro largo y sedoso con ojos azules claros y unas pecas hermosas que decoraban sus pómulos junto su nariz
Una hermosa niña que con tan solo tres años estaba batallando contra la Leucemia o mas conocido como un cancer a la sangre, que afectaba a los tejidos que conforman su sangre y evitaba que pudiera combatir con infecciones.
Emilia a sus casi tres años fue diagnosticada con cancer a la sangre, un cancer el cual ella ha tenido que combatir con multiples quimioterapias las cuales la han dejado debil, con transfuciones de sangre que han dejado sus brazitos palidos con hematomas
La manera de sufrir con ella era horrible, el que pasará de hospital en hospital y no en todo los parques que ella deseara
Acaricio su cabeza con poco cabello, las quimioterapias provocaron que su hermoso cabello largo pelinegro se cayera a mechones y tuve que raparla para que ella no sufriera mas de lo que ya sufria al ver como su cabello salia de mechones al peinarla
Mi niña jamas fue planeada, ella fue esa noche de sexo salvaje que tuve en una fiesta en mi segundo año de universidad, una noche de sexo del bueno que me dio a esta pequeña guerrera
¿Qué pasó con su padre? Ni idea, solo sabia que se llamaba Mattheo Morgan y que era un empresario multimillonario que tenia empresas en cada parte del mundo
Aún que eso de empresario no me la creía, ¿por qué? Simple, esa noche de sexo que tuve con el pude sentir la funda de un arma, era claro que en buenos pasos no andaba ese tipo y con mayor razon jamas le comente sobre mi embarazo, ya que no queria estar involucrada en ese mundo, ni yo ni mi hija.
Tenía apenas veintitrés años, casi los veinticuatro y creanme que ha sido difícil todo, mi embarazo hizo que no pudiera seguir estudiando y tuve que comenzara trabajar, de mesera, limpiadora de hogar, barista y entre más
Todo para poder pagar una renta y los gastos médicos de mi hija
—Kami—me llama Valentina
La miro, ella ha sido una excelente mejor amiga, ella cuidaba a Emilia en las noches que trabajaba o cuando lo necesitaba y jamás se opuso a ayudarme cuando más lo necesite
—Creo que puedo ayudarte—me dice
—¿En qué?—preguntó
—Carlos me dio el dato de una empresa donde buscan secretaria para el jefe, pagan muy bien mensualmente y sus horarios no son excesivos
—¿En serio?—jadeo
—Sí
Hace solo un mes perdí mi empleo y eso hizo que mis gastos dejarán de llegar a casa, apenas tenía dinero para algo de comer y claramente para mi hija
—Dime más
—Es aquí en Los Ángeles y su paga es muy buena, al menos quinientos dólares mensuales y no siempre debes de estar ahí, solo cuando el te necesite
—Oh por dios—pasó las manos por mi cara
—Ten—me entregó una tarjeta—esta es la dirección, solo debes de presentarte a las ocho de la mañana con tu currículum.
Asiento totalmente esperanzada, si obtengo este trabajo podría pagar la renta y los gastos médicos de mi hija, poco a poco ir pagando lo que ella ha pasado aquí
—Gracias, Vale, muchas gracias
—No hay de que—me da una pequeña sonrisa
•••••••••
—¿Cuándo crecerá mi cabello mami?—pregunta Emilia
—Bueno... Cuando salgamos de aquí posiblemente—respondo
—¿Y cuándo será eso?—pregunta
—No lo se—hago una mueca
Emilia hace un hermoso puchero y niego, acaricio su palida mejilla a la vez que una enfermera entraba con la bandeja de su comida, la deja a la cercania de ella y le sonrio amablemente
—Gracias—le digo
Asiente antes de irse y me siento aun lado de mi hija, la ayudó a comer la ración de su comida en medio de una charla amistosa entre ambas
—Mami—dice luego de dejar su jugo en la bandeja—¿Yo tengo un papi?—pregunta
La miro, Emilia jamas me ha preguntado eso
—Bueno... Todos tenemos uno—respondo
—¿Y donde está el mío?
—No lo se muy bien—respondo
—¿Por qué no?
—Cariño, muchas veces las mamis no necesitamos a los papis—le digo
—¿Tú no lo necesitas?—pregunta Emilia
—No—niego
Ella asiente sin darle mas cuerda al tema, suspiro ligeramente agradecida de que no pregunte mas por quien fue su donador de esperma
Luego de que se llevaran la bandeja de comida me recoste a su lado y Emilia se apoyo en mi pecho, acaricio el poco cabello que le ha crecido
—¿Cuándo iré a la escuela?—pregunta Emilia
—Bueno... No lo se cariño, todo depende si te mejoras—le digo
Ella asiente ligeramente y bosteza, debía de descansar ya que mañana tendría una nueva sesión de quimioterapia para que matara las celulas cancerinas
••••••••
—¿Qué tan mal está?—pregunto nerviosa viendo a Emilia a traves del cristal
—El cáncer se extiende—me dice y miró a su doctora—sus análisis demuestran que el cáncer se esta extendiendo por su cuerpo y es posible que no le quede mucho
—¿Cuánto?—preguntó
—Un año... meses quizás—dice
—¿No hay nada que pueda hacer?—mis ojos se humedecen—¿Transfusiones de sangre? ¿Más quimio?
—Hay una opción aunque no sabemos si ayudara—dice la doctora
—¿Cuál? Diganme cual y lo haré sin importar el costo
—Una transfusión de médula osea—me comenta— es un transplante de una nueva médula, reemplazara la suya para que pueda generar nuevos precursores hematopoyéticos nuevos y sanos
—¿Eso es posible?
—Si, aunque los riesgos son altos
—¿Cuáles son?
—Enfermedad del injerto contra el Huesped, insuficiencia de las celulas madres en el injerto, daño de organos, infecciones, cataratas, esterilidad, un nuevo cáncer o la muerte
—Si no hago el trasplante ella muere, pero si lo hago ella tambien podria morir—le digo
—Si
—¿Qué clase de ciencia es esta?
—Todo trasplante tiene riesgo—me dice
—¿Qué pasa si sale todo bien?
—Bueno, si Emilia no presenta nuevos sintomas del cancer en los siguientes cinco años puede vivir sin problema unos quince años más o hasta mas, todo depende del cómo su cuerpo reciba la médula ósea
—¿Quienes serían compatibles?
—Sus padres—responde—ellos tienen compatibilidad mayor pero también está la posibilidad de que sus abuelos o hermanos lo sean
—No tiene hermanos—respondo
—¿Su padre?
—No sabe que ella existe—admito
—¿Abuelos?
—Mis padres no quieren saber de mi—bufo—¿Puedo ser yo compatible?
—Claro, debe de hacerse el estudio junto el de Emilia
Asiento ligeramente
—¿Cuánto... Cuánto sale?
—Cincuenta, cien o ciento cincuenta mil dólares—responde
—¿el trasplante?—jadeo
—Si
Eso era mucho dinero y no tenia ni idea de donde sacarlo
Suspiro antes de entrar a la sala de quimioterapia donde mi hija estaba sentada en un sofa mientras que medicamentos eran ingeridos por su intravenosa, comía una gelatina de fresas
—¿Está rica?—pregunto
—Sip—sonríe
—¿Puedo?
—No—su risa me hace sonreír, ella odiaba darme de la gelatina que recibía en sus quimios
Acaricio su mejilla con el miedo presente.