—Sabes que los favores se pagan — respondió.
La mujer contemplaba la botella de whisky que había sobre la mesa. El mormullo de los caballeros y las risas de las mujeres les llegaba al privado donde se encontraban.
—Te pagaré bien Carmila — alentó él — Te enviaré con tres cajas del mejor whisky.
Carmila esbozó una media sonrisa al escuchar esa propuesta, como si sus servicios fuesen muy baratos.
—Hagamos un repaso — dijo con voz queda —Me estas pidiendo que distraiga a Anastasio por una noche.
Arlen asintió ante su comentario.
—Y me vas a enviar tres cajas de tu mejor whisky.
Volvió asentir.
¿No crees que es poco para lo que me pides?
—Es lo que tengo — él se encogió de hombros.
Carmila esbozó una media sonrisa, llevaba mucho tiempo al frente de una taberna y había cuidado mucho su reputación. Anastasio venía de vez en cuando y siempre le insinuaba sus intenciones de llevársela a la cama, pero ella siempre las evadía y no era porque le prometía pagar bien, sino más bien porque nunca le