- ¿Conseguiste lo que te pedí?.- El hombre preguntó con voz neutra, mirando a su acompañante, el cuál vestía un pulcro traje blanco que lo confundía con los demás doctores del lugar.
- Sí señor. Todo está listo, tal cuál usted ordenó.- El otro respondió de la misma forma, mientras le mostraba la jeringa con aquel líquido incoloro en su interior.
- Bien.- El hombre asintió.- Entonces haz lo que tengas que hacer. Si lo logramos, ten por seguro que te recompensare.
El otro sólo asintió, antes de acercarse al gotero intravenoso y verter en este el contenido de la jeringa.- Dentro de una hora comenzará a sentir sus efectos.- Murmuró antes de guardarla en el interior de su chaqueta cuidadosamente.
- Bien, puedes retirarte hasta que sea la hora.
- Con permiso señor.
El hombre asintió satisfecho, mientras una sonrisa casi tétrica deformaba sus facciones, observando como uno de sus hombres salía de la habitación.
- Ya me funcionó una vez y esta, no será la excepción.- Miró el gotero, dónde no