Los pies de la castaña se movían de un lado a otro y miró al piso preocupada, temiendo hacerle un agujero de tanto ir y venir, mientras Caliope permanecía en un completo silencio, sólo viéndola.
Trataba de mantenerse tranquila, pero aquel sentimiento de que algo pasaría no la dejaba en paz.
Si era bueno o malo, era todo un misterio, sólo sabía que todo estaba a punto de cambiar una vez más.
- ¡Aura!.- Fue lo primero que salió de los labios de Alexein apenas ingresó a la oficina-taller de su novia.- ¿Qué pasa?.
La castaña detuvo sus pasos, soltando un sonoro suspiro y masajeando sus sienes, pues una punzada de dolor comenzaba a fastidiarle.
- Te lo contaré en el camino.- Aura miró su reloj, el cuál marcaba la una y cuarenta, antes de tomar su bolso y encaminarse hacia la salida.
- Aura...
- Te lo diré en el camino.- La castaña volvió a repetir al ver el semblante molesto del ojigris.
- ¿Mamá?.- Alexein le preguntó a la mayor.
- Vamos. Estamos contra reloj.- Fue todo lo que obtuvo de la