Tras colgar, observé el número bloqueado con una sonrisa llena de frialdad. ¿Quería amenazarme? ¿En serio creía que me asustaría con un número diferente?
Jamás aprendería. Hay personas que no se pueden amenazar. Especialmente aquellas ya no tienen nada que perder.
Dos días después, recibí un mensaje de Mia:
“Tu exjefe se está derrumbando. Escuché que el consejo convocó una reunión de emergencia para cuestionar su liderazgo.”
“Sin ti, el sistema financiero de los Martín colapsó por completo.”
Dejé el teléfono y volví a gestionar el portafolio de inversión de un cliente. El tibio sol de Los Ángeles entraba por la ventana e iluminaba mi escritorio. Aquí no había oscuridad, ni sangre, ni agendas ocultas. Solo números limpios y ganancias legales.
De vuelta en Nueva York, la crisis financiera de la familia Martín se intensificaba.
—Jefe, el consejo exige una reunión de emergencia —la voz de Marcos sonó por teléfono, llena de ansiedad—. Dijeron que si las finanzas de este mes no se equilibra